jueves, 22 de diciembre de 2011

Vacaciones atlánticas

Vacaciones atlánticas

Un paseo entre palmeras, pinos mediterráneos y campos de arroz para abrir apetito
Con los billetes del trenhotel en la mano, las reservas en un hotel en la Plaza del Rossio en la butxaca y todas las ganas del mundo por sumergirme en las calles lisboetas me dispongo para el viaje. Por ello este foro sufrirá un parón navideño que me permita cargar pilas y llenar la memoria de mi cámara de los reflejos que viva por el camino. Con la pretensión de ir desgranando las experiencias durante los próximos meses inicio el periplo peninsular.
Tremenda subida que remonta el tranvía.
Símbolismo con las cuestas de la vida
Uno sabe de dónde viene y a que mar pertenece cuando la civilización clásica golpea mi espíritu constantemente. Pero como es propio de los habitantes de Nuestro Mar la inquietud por descubrir nuevos mundos me impide acomodarme y me incita a viajar. Esta vez no voy muy lejos, nada menos a casa de los vecinos. Vecinos a los que tenemos la mala costumbre de ignorar. Da vergüenza patearse Portugal y ver el conocimiento y la simpatía que su gente muestra sobre nuestras tierras. Sobre todo siendo consciente de la falta de reciprocidad por nuestra parte.
http://www.gulbenkian.pt/index.php?object=160&article_id=3233&cal=exposicoes
Bacalao a brassa, vino verde, natas de Belem, roscón de reyes y otras delicatesen me aguardan. Noches de fado y melancolía. Tranvías que te llevan al propio interior subiendo interminables cuestas. En lo cultural y por pasión personal por el tema me ilusiona acudir a la exposición sobre naturalezas muertas y bodegones de la Fundaçao Calouste Gulbekian. Sin duda una de las mejores panorámicas sobre el tema que se haya desarrollado jamás. Un compendio de arte centrado en el XIX y XX que espero disfrutar pronto. Para abrir boca se puede cotillear el contenido de manera virtual en http://www.gulbenkian.pt/index.php?object=160&article_id=3233&cal=exposicoes.
Me parece masticar la ansiedad de mar de Enrique el Navegante.
Eso es historia viva
Por incluir un punto gastronómico en estas líneas prevacacionales quiero dedicar a los portugueses unos platitos mediterráneos a modo de ofrenda y como agradecimiento adelantado por el trato que seguro recibiré. Los manjares se degustaron en el Restaurante El Racó del Port en el propio Puerto de L´Ampolla de mar después de recorrer los arrozales del Delta del Ebro y antes de disfrutar de una tremenda siesta en una calita recóndita de la zona. Desde el Mediterráneo con cariño hacia la puerta del gran océano, Lisboa..
El racó tiene en el xiringuito Pepe su hermano populachero y chancletero.
Uno para cada ocasión

El Racó del Port (L´Ampolla de Mar, Tarragona. Mar Mediterráneo)

El caldo que acompañó todo el ágape fue un insustituible Penedés

Comenzamos a modo de entrantes por unos mejillones a la marinera. Destaca el tratamiento de la salsa enriquecida con una tradicional picada
Mientras se cocía el plato fuerte nos dio tiempo de recibir una lección sobre el punto idóneo de la sepia. Ni goma, ni cartón

La excusa de toda la expedición se presentó en forma de xuquet de pescado y marisco. No merece la pena tratar de describir la autenticidad del caldo. Sólo viviendo la experiencia se puede comprender. La esencia del mar concentrada entre verduras de los huertos de la zona. El litoral con mayúsculas

Todavía quedó un hueco para dar cuenta de una crema catalana con caramelización in situ. Práctica lamentablemente perdida en muchos establecimientos anteriormente dignos



jueves, 15 de diciembre de 2011

Las dos Barcelonas (del casticismo al snobismo)

Barcelona y sus almas
(Degustaciones en Casa Leopoldo y en el Mercat de Santa Caterina y otras tonterías)


El bacalao de Casa Leopoldo responde al espíritu multicultural de Barcelona
La razón por la que escribo hoy estas líneas es la de tratar de explicarme a mí mismo de dónde viene el amor que profeso a la ciudad de Barcelona. Bien pudiera ser por el clima; o por la ligazón que mi tierra, Aragón, ha tenido con ella a lo largo de la historia; su visión cosmopolita me apasiona tanto como la belleza de sus rincones; el sentido de urbanidad de sus ciudadanos es enorme, pero no supera a su orgullo mediterráneo. Todo ello se me hace atractivo, pero otros lugares hay con las mismas características y no me magnetizan de ese modo.
Diseño y arquitectura inquietante se conjugan bajo la cubierta del Mercado de Santa Caterina
La razón verdadera creo haberla sacado de mi última visita. Después de vivir tres años en ella y de cientos de viajes a sus rincones creo haber descubierto el secreto, nada menos que la contradicción. Y es que recién cumplidos los cuarenta uno comienza a descubrirse a sí mismo. Mejor dicho, uno comienza a aceptarse tal y como es. Vivo en la contradicción y, por qué no decirlo, me encuentro bastante cómodo en ella. Se me podría acusar de falta de integridad o de valores inmutables, pero nunca de hipocresía. Lo que hoy veo blanco y alegre, mañana me resulta de una oscuridad insufrible. Géminis es el símbolo de la paradoja al modo que los orientales aceptan una realidad dual. Mi espíritu lo es del mismo modo, siempre en búsqueda de un equilibrio de opuestos que jamás se resolverá. Barcelona simboliza como ciudad, y más que ninguna otra, esa doble faceta sin ambages ni complejos. Al igual que un servidor, la capital catalana es castiza y moderna. No hay medias tintas.
Restaurante del mercado. Estilo internacional moderno y concepto novedoso
Existe una ciudad condal castiza, charnega, universal, populachera, bulliciosa, amante de la jarana y los olores fuertes, tradicional y purista que convive sin peleas vanas con otra snob, moderna, occidental, aséptica y culta, engalanada en perfumes y música. Para no perdernos en la identificación de las dos caras de la urbe he considerado exponer a modo de comparación nueve bloques temáticos(como las letras de su nombre) en los que cada identidad de Barcelona se muestra opuesta a la otra. Por último y a modo de símbolo relataré una experiencia gastronómica para cada uno de los dos mundos. No se trata de comparar ni de defender una u otra, pues a mí me atraen las dos con la misma fuerza. Con ambas simpatizo y a ellas va dirigida esta broma con cariño.
1.            Barrios: Bien pudieran ser otros los elegidos, pero por afectos personales me decanto por identificar la ciudad castiza con el barrio del Rabal y el Borne para la urbe alternativa. El Rabal comprendido entre las Ramblas y el Paralelo abarca el espíritu de mezcla, convivencia y globalización de la Barcelona eterna. Barrio de libertad, acostumbrado a recoger marineros del puerto que bajaban a tierra firme a fundirse sus cuartos en placeres mundanos y llenar de aventuras exóticas sus rincones. Acoge hoy a una pléyade de inmigrantes del mundo que aportan un sabor y espíritu abierto que se mastica por las aceras. Gente acostumbrada a la vida de la calle que revitaliza la zona. Bares regentados por chinos, pakistaníes, árabes o turcos colorean un panorama alegre para cualquier espíritu curioso y carente de prejuicios. El Borne sería el contrapunto, pues aunque otrora zona envejecida y olvidada por la ciudad, en estos días se ha convertido en ejemplo de reconversión urbana. Desde hace una década el barrio se puso en el punto de mira de toda una tribu de artistas, diseñadores, culturetas que atrajeron comercios modernos de estilo internacional. Estudiantes, bohemios, extranjeros curiosos y personajes peculiares ponen la nota snob.
Calles del Raval. Las sábanas multicolor hacen justicia a la composición social del barrio
2.            Mercados: Por no salirnos de los barrios citados, dos mercados simbolizan el antagonismo que hoy queremos destacar. El mercado de Sant Josep (La Boquería) representa el carácter populachero de la Barcelona de comienzos del tercer milenio. Sus fuertes olores y ruidos ensordecedores atacan al visitante y le predisponen para la algarabía y el bullicio. Sus productos y las voces que se escuchan por sus largos pasajes proceden de todos los rincones del mundo. Desde la butifarra ampurdanesa y el fuet de La Plana hasta el dátil saharariano o la papaya indochina, cualquier alimento del orbe está representado en esta alacena de la urbe. Mientras tanto junto a la Vía Layetana, limitando al Borne, nos encontramos con el Mercado de Santa Catarina. Moderno, con una característica techumbre obra de Enric Miralles, Benedetta Tagliabue, representa el espíritu moderno. Mucho más orden en sus propuestas, se respira la tranquilidad y limpieza de cualquier mercado de abastos europeo. La variedad de sus productos no puede competir con la de La Boquería, pero suficiente para poder hablar de un elenco de productos de calidad, bien presentados y a precio razonable. Basta una visita exprespor ambos mundos de abastos para absorber el alma dual de la ciudad. Una tapita en el Pinocho (taberna estrella de La Boquería) o en el vanguardista bar de Santa Caterina nos dejarán masticar las diferencias con excelentes sensaciones.
Mezcla de detalles nórdicos y aeroportuarios. Entrada al mercado
3.            Banda sonora: Si tuviésemos que representar mediante música la oposición de caracteres de la ciudad el elenco de candidatos sería enorme. Un par de referencias nos ayudarán a esclarecer las diferencias. La Barcelona populachera y tradicional se vería acompañada por los ritmos guitarreros y rumberos de El Peret o los Manolos, mientras que la selecta ciudad exquisita y culta lo sería con las letras originales e inquietantes de Manel o el ritmo eléctrico de Facto Delafé y las Flores Azules. Ambos mundos valiosos, ambos representantes de la ciudad, ambos símbolos de barcelonismo hacia el exterior, pero opuestos y ajenos uno al otro como el agua y el aceite.
El Peret representa la esencia de la Barcelona eterna

Nuevo valor creativo. Renovación cultural fresca y mediterránea
4.            Calles principales: Un paseo por la multicultural Ronda del Rabal y por la remodelada calle del Comerç nos permitirá vivir las diferencias a ritmo de zapato. Locales de comida rápida, mostradores de alumnio o incluso de cinc, coladas secándose en tendedores sobre las aceras en el primer caso. Establecimientos gourmet, gastrobares y cafeterías con indispensable zona wifi y sofá para las posaderas, nuevos enrejados de forja cerrando ventanales de doble capa para aislar la domus de la calle en el segundo. La diferencia entre la castiza Casa Leopoldo y el modernísimo Comerç 24 serían ejemplos de lo dicho.

Carrer del Comerç. Limpieza de cara de una arteria del barrio más alternativo

Comerç 24. Propuesta gastronómica sita en la calle homónima.
Simbolo de modernidad y vanguardia
5.            Películas: Aquí el tema está más que claro. Además nos lo ayuda a desentrañar un viejo amigo de este foro, Javier Bardem, canario con fondo madrileño afincado en EEUU. Protagonista de dos filmes de excelente calidad. El enfoque narrativo está tan lejano en ambos casos que parecen hablarnos de dos lugares distintos. Pues resulta que la verdadera protagonista de ambas películas es la misma: Barcelona. Por un lado la realista, crítica y mundana Biutiful nos sitúa en una calles duras e invivibles. Sus personajes luchan por sobrevivir en una sociedad hostil frente a la aparente frivolidad de la otra propuesta: Vicky, Cristina, Barcelona. Woody Allen y González de Iñárritu tienen formación, origen e intereses distintos, pero ambos caben en el imaginario urbano de nuestra Barcelona. Ambas existen y aparecen certeras en ambas obras.

Director y actor en las calles barcelonesas
Universalizan una ciudad dura y real

Woody es un enamorado del sabor y la luz de Barcelona.
Otro que no es tonto
6.            Mundo taurino: Por afinidad un servidor se encuentra más cercano a la posición antitaurina generalizada en la ciudad, pero dogmatismos los justos. No hay quien niegue la tradición taurina de Barcelona, así como la carga política interesada del tema tal y como se plantea hoy. Que es un claro caso de antiespañolismo lo vemos en el escaso rechazo que los antitaurinos profesan por otras brutalidades contra los animales bendecidas por el nacionalismo excluyente.  No puedo apoyar una actividad que se fundamente en la tortura a un animal, así como tampoco puedo apoyar posturas tras las que se esconden la defensa de cualquier bandera. Por ello el tema ni me va ni me viene, me limito a apreciar con cariño un movimiento que lucha por el final del maltrato animal, signo de cultura y progreso, del mismo modo que siento  simpatía por los amantes de un mundo popular que, pese a muchos, existió y que todavía conserva fervor en parte de la sociedad barcelonesa.

José Tomás en su Coso talismán. Ya es historia
7.            Cómic: Aquí el tema es divertido de verdad. El esfuerzo que me supone encontrar un cómic que represente a cada una de las ciudades condales que conviven en sus calles es mínimo. Makinavaja de Ivá clama a gritos representar a la Barna suburbial, a la pringosa y populachera barra de bar de cerveza y cacahuetes, al submundo tantas veces ilustrado por la literatura, a la época de los quinquis vaquilleros y al olor a cloaca y rumba de sus esquinas. Para la otra urbe debo dar un salto mortal del mundo subhumano al de los superhombres, con un personaje tan altivo y elegante como Batman. En su  el hombre murciélago sobrevuela las calles de la ciudad en una aventura memorable, recreando un paisaje de edificios modernos y unas panorámicas del diseño puntero que se estila por doquier. Las dos Barcelonas aparecen orgullosas de su idiosincrasia y tan reales que la verosimilitud de las aventuras es total.

Siempre actual, vivo y necesario. Superhéroe de barrio

Elegante, distinguido y todopoderoso. Musculatura de gimnasio snob
8.            Plumas: El selecto club de la famosa fotografía de Casa Leopoldo nos evoca una Barcelona con tintes tan castizos como surrealistas. El premio Planeta les ha ido cayendo a todos ellos a base de describir una ciudad ruidosa, con unos bajos fondos que le otorgan categoría universal. Si tuviese que decidirme por una novela emblemática del tema que tratamos para cada uno de ellos lo haría de este modo. Los mares del Sur para Manolo Vázquez Montalbán, Un día volveré para Juan Marsé, cualquier artículo sobre sus calles de Maruja Torres y cómo no, La ciudad de los prodigios para Eduardo Mendoza. Tienen muchas más donde dibujan la ciudad universal, alocada, excéntrica y ruidosa, pero esas serían mis elegidas. Para mostrar la faceta más chic me iría al campo de la poesía para hablar de un duo muy especial, Afterpop Fernández & Fernández, duo compuesto por Agustín Fernández Mallo y Eloy Fernández Porta. Forman un spoken Word totalmente vanguardista y filigranero.Gallego el primero, autor del famoso Proyecto nocilla, y catalán el segundo más centrado en la experimentación con el mundo de los relatos y la crítica literaria; fueron unas de las estrellas que animaron el Certamen de poesía de Barcelona que tuvo lugar el pasado mayo con su actuación emblemática en el Palau de la Virreina.

El dúo Fernández recibió una gran acogida del público más selecto de la ciudad
9.            Platos: Para poder comparar bien en un solo bocado ambos mundos he elegido dos elaboraciones basadas en la misma materia prima: la carne picada. La Barcelona barriobajera tiene sabor a albóndiga, una de las especialidades de cualquier taberna popular en el ámbito nacional. La otra cara de la moneda nos la aporta la hamburguesa. En concreto, las mejores hamburguesas de Barcelona se encuentran en el Bacoa de la calle Colomines, en pleno corazón del Borne. Elaboración importada de sociedades avanzadas. Símbolo de una cultura internacional con fundamentos cinematográficos. Aquí uno no puede permanecer neutral, pues aunque valore el producto de fast food e incluso lo disfrute muy de vez en cuando, soy, lo que se puede decir, un albondiguero redomado e irredento. Sirvan las dos propuestas que se recomiendan saborear en el mismo día para poder comparar.

Dos propuestas culinarias para dos mundos que conviven ignorándose entre ellos. Fueron disfrutadas junto a mi sobrino de 11 años en unos fríos comienzos de diciembre. Tanto tío como sobrino comprendieron y disfrutaron el espíritu contradictorio de la ciudad
Cena tradicional en casa Leopoldo:


Pan con tomate especial de la casa
 

Media ración de Bacalao a Brass (especialidad portuguesa que bordan como nadie)


Media ración de calamares con harina cordobesa...

...y all i oli de acompañamiento
Dos raciones de las famosas albóndigas con sepia y gambas

Crema catalana

Comida en el Mercat de Santa Caterina:
Pan de payés de horno de leña
Huevos rotos con patatas, hongos y butifarra negra
Solomillo de buey con salsa bearnesa
Crema catalana

lunes, 12 de diciembre de 2011

Restaurante La Senda (sentimientos desde el estómago)

La Senda (de las pasiones)

Ocres terrosos con su contrapunto ácido
Es de justicia advertir que detrás de un título tan sugerente no se encuentra una crónica o crítica al uso sobre un restaurante. Y no se encuentra porque no lo sé hacer, porque no me interesa hacerlo y porque hay otros que lo hacen muy bien y no es práctico duplicar tareas. La descripción de quien es guía espiritual para una generación de blogeros zaragozanos de Tomás Rudilla (http://entrecolycollechuga.blogspot.com/2010/06/restaurante-la-senda-alta-cocina.html?=1), la entrada recientemente premiada con todo mérito por nuestra María José Gimeno (http://laculturadeltupper.com/2011/09/restaurante-la-senda-zaragoza/) hacen innecesarias más líneas en este sentido y la ya clásica entrada de Patricia Sola (http://chafardeando.blogspot.com/2010/06/restaurante-la-senda.html)
Si hace poco comentaba mi visita a la Escuela de Hostelería de Miralbueno para que el lector disfrutase de lo que viene en la cantera, en lo que será la base de nuestro futuro gastronómico, hoy me siento ya dispuesto a relatar mi impresión del encuentro con la punta del iceberg de nuestra ciudad, la élite forjada a base de entrega, laboriosidad y genio, David Baldrich y su obra, La Senda (Fray Julián Garcés 24, Zaragoza. Reservas al 976258076 y grupo de Facebook:  http://facebook.com/group.php?gid=50443471772)
Comenzaré diciendo que es una cita imprescindible para todo aquel que desee un ataque al alma en sus más remotas profundidades. Lo dice alguien que recorre el mundo en busca de un sabor o una sensación nueva. Miles de kilómetros para probar bocados por toda Europa, cruzar el charco para saborear la cocina criolla o las contundencias mexicanas, recorrer oriente olisqueando aromáticas y especias. Cualquier esfuerzo es poco en la búsqueda. Pues al final del viaje resulta que bastaba con subirme al bus 34, cruzar el canal y bajarme en la primera parada. Ahí, condensada en cinco platos y postre estaba toda la esencia que tanto buscaba.
Descubrirá el comensal sabores puros olvidados, técnicas de un nivel altísimo, presentaciones juguetonas y conceptuales y combinaciones llenas de riesgo y pasión. Pero eso no basta para definir lo que cuecen las manos de David. Con el tesón de un monje medieval miniaturista, con la pasión de un artesano imaginero castellano, con el rigor de un poeta del dorado siglo y con la genialidad esquizofrénica de un visionario de Fuendetodos el artista nos provoca el despertar de sentimientos olvidados o desconocidos. Nos encontramos con nuestro subconsciente a través de un bocado. En otro tiempo ya  nos lo hubiesen quemado por hechicero. Aprendemos que somos algo más que animales racionales, tenemos una dimensión pasional dispuesta a apoderarse de nuestro ser con el simple despliegue de un aroma. Los aburridos metodistas cartesianos lo mandarían al destierro por rebeldía. Descubrimos que el estómago sólo es el principio de la experiencia gastronómica y no su final. Los estirados gourmets lo arrojarían al pilón de la Plaza Mayor por disidente. Y como postre se presentará ante nuestros ojos lo que somos en realidad, desnudos de complejos y aligerados de nuestros conflictos mal resueltos. Los psicoanalistas temblarán temerosos de engordar las filas del paro.
Si tengo que definir la cocina de David no creo necesario detenerme en aspectos técnicos, pues tal es su dominio que consigue que pasen desapercibidos. Utiliza todo el repertorio de las técnicas más innovadoras sin exhibirlas. Son un medio para alcanzar lo importante, la idea que despertará emociones. Un error común en otras cocinas del mismo nivel es quedarse en el plato como resultado y aspiración. Recuerdan a un museo muerto que recorre obras maestras incapaces de transmitir las sensaciones para las que fueron creadas. David, en cambio, subordina todo el proceso creativo al objetivo de despertar emociones en sus comensales.

Domina la técnica como medio,
nunca es el objetivo en sí misma
El primer aspecto destacable, e incapaz de esconder, es la gran capacidad de comunicación que tiene el amigo. Fruto de una timidez galopante como la que han tenido desde siempre los grandes genios del arte, el cocinero ha encontrado el lenguaje en el que es capaz de expresarse con virtuosismo. Todos nos hemos sentido decepcionados al oir en entrevistas  o leer artículos de nuestros grandes a maestros. Y no es que nos hayan timado o engañado cuando componen, pintan, escriben, esculpen, diseñan, dirigen, actúan, fotografían o interpretan. Es que no es su lenguaje. A un artista hay que analizarlo con su obra y valorarlo en su medio. A David se le debe conocer comiendo sus platos. Según palabras textuales suyas: “esto (dirigiendo su dedo hacia la cocina) es lo único que sé hacer”. Un deseo: no lo dejes de hacer nunca.
Además de la gran capacidad de comunicar, nuestro hombre se destaca por lanzar mensajes directos. El virtuosismo se aprecia porque a través de complejísimas elaboraciones y un derroche brutal de trabajo transmite un abanico de sensaciones primarias en forma de sabores puros. Como los pintores impresionistas David obliga al cliente a trabajar. Los pintores no mezclaban los colores en la paleta, sino que los disponían en pinceladas puras que se iban acumulando unas sobre otras en la paleta. Era el ojo del espectador el que realizaba la tarea de recomponer y mezclar esas manchas para obtener la imagen final. David compone con los ingredientes pero no los mezcla. No trata a su comensal como a un bruto tarugo. Deja que sea él quien reconstruya en su paladar el bocado que despertará la emoción. Presupone inteligencia a quien tiene delante. No le dirige hacia la sensación sino que obliga a buscarla. Respeto y dignidad hacia un comensal que deja de ser comparsa para ganar importancia y convertirse en parte creativa.
La tercera característica que quisiera destacar es el respeto máximo que el Baldrich siente por todos  los ingredientes que maneja. Independientemente de que sean comunes o exquisitos, selectos o accesibles, costosísimos o baratos los trata a todos con igual dignidad. Igual que Almodóvar agarra a los vulgares Antonios Banderas y Penélopes Cruces de turno y los hace actuar como estrellas enormes, David eleva a la categoría de diva a una humilde calabaza, a un huevo o a una pechuga de pollo. Analiza el producto, le extrae la esencia, lo desmonta con meticulosidad y le aplica su mágico tratamiento. El resultado es una recomposición del ingrediente, que no sólo conserva su esencia original, sino que en el proceso de reconstrucción, ésta se ha destacado y liberado de los obstáculos que presenta en su forma natural. Para eso maneja la técnica.

El plato del chipirón lo ilustra a la perfección. Procesa la otoñal calabaza en una crema dulce que sitúa en el fondo del plato sobre la que flota el melón transformado en una bola de helado que concentra los calores del verano y la tierra seca en su interior. El jamón aparece en una vertiginosa espuma tan aligerada se ha metamorfoseado en aire. El mismo aire de la sierra que sirvió para curarle en los secaderos fríos de las tierras altas. Sobre todo ello el chipirón aparece casi en su forma original supurando notas tostadas y crujientes logradas a base de aplicarle un fuerte calor. Calabaza, melón, jamón y chipirón. Descompuestos y vueltos a generar. Un plato los integra sin mezclarlos. La composición está dispuesta, llega la hora del comensal. Ordenará y mezclará los ingredientes según sus intereses y necesidades. Puede ir por los caminos trazados del melón con jamón ochentero de banquete o por el chipirón con jamón sureño y popular. O puede decidir buscar nuevas rutas. El caso es que está obligado a decidir.
La última de las impresiones que me llevé de la visita fue la de encontrarme en medio de un ambiente creativo y fresco. Allí se actúa en todo momento. Cual capitán de barco preocupado por el cuidado de sus pasajeros, David está siempre con un ojo puesto en el fogón y con otro en su comedor. Asoma la cabeza constantemente desde su ventanuco redondo de la cocina. Le interesan sobremanera las reacciones de sus clientes. Inquieto y nervioso trabaja completamente ajeno al trabajo rutinario y acomodado. Cada plato es único, y eso se siente. La inspiración es fundamental. Como un director de orquesta actúa dando más importancia a la emotividad que a la batuta. Los músicos conocen el ritmo y las notas a la perfección, no necesitan que un palito les indique la entrada, pero la emoción la transmite el director. David motiva y se motiva, provoca y necesita ser provocado, se entrega del todo y necesita recompensa. Por ello recomiendo que se le premie con comentarios. Destaquen aquello que les guste o lo que no entiendan. Pregunten, maticen, sugieran. Tiene hambre de búsqueda y nadie como nosotros para dirigirle. Con ello seguirá haciéndose grande y nos hará a nosotros con sus obras. Vale la pena. De lo contrario sólo le llegarán las apreciaciones de la crítica institucionalizada, anquilosada y profesional que, aunque necesaria, es limitada, interesada e incompetente. Hartos estamos de tragarnos bodrios cinematográficos premiados por la crítica, que ni entendemos ni disfrutamos. Vamos a ver esas películas de manera protocolaria, sin ilusión y un poco como borregos hacia el matadero, pero rara vez nos defrauda un premio otorgado por el público. Son las películas que conectan con el mundo, que crecen con el boca a boca. Generalmente ignoradas por las grandes productoras terminan por imponerse a golpe de taquilla. Tenemos el poder y debemos mantenerlo si queremos que la cosa vaya a mejor. No hay caso más ejemplarizante que el de La Senda. Casi ignorada por guías y críticas especializadas tiene la lista de espera más larga de la ciudad con diferencia. Su cocina sale a relucir en todas las conversaciones de los amantes de la comida de la ciudad. Se habla de ella en bares y tabernas. Quien no cuenta su experiencia, lo hace de las ganas que tiene de que le llegue la hora. Las recelosas cocinas de luxe lo miran de reojo temerosas, pero seguras por la cobardía de la poderosa y pétrea crítica. Una pena, ellos se lo pierden, nosotros a guardar cola.
Por último y antes de describir los platos que fueron saliendo de su cocina de pequeño velero citaré dos aspectos mejorables. Son dos detalles nimios que quiero hacer constar para que no se puedan calificar estas líneas de aduladoras y pajilleras. Sobran flores David. Están bien porque dan colorido y sorprenden, pero estamos en otoño y eso lo sabes bien. Todo el menú dispara al espíritu de la estación. Los tonos de muerte previa a la regeneración están presentes. Es la época del año en la que la naturaleza muere para poder resurgir como Ave Fénix de los rescoldos. Los colores son matizados y apagados, la sensación de fin de ciclo invade los platos, los sabores apuntan al último zumo que la vida es capaz de exprimir. Las flores están bien como contrapunto y como símbolo de lo que fue y volverá a ser. Apuntan al optimismo, pero su abundancia desdibuja el panorama y puede llevar a caminos falsos. El otro detalle tiene que ver con el vino. La carta se queda algo corta. Si estamos de acuerdo en la importancia que David da al comensal a la hora de crear la emoción, debería dar más posibilidades a la hora de elegir caldo. Ya está echada la leña al fuego. Para que no se diga.
Estas son las propuestas, pero reitero que su comentario y crítica están mejor recogidas en otros foros ya citados:

Plato 1: Polvo de migas con chorizo y longaniza, esferificaciones de uva y canutillo de caramelo relleno de chorizo y longaniza. La referencia a la transmisión de energía inicial es clara. La potencia de los embutidos fritos se complementa con la alusión al canuto para esnifar estupefacientes. Por si fuera poco las migas aparecen en forma de polvo que se esparce por la boca diluyéndose en la saliva y recomponiendo su sabor a caseta de pastor. Lo más logrado son las esferificaciones. El cocinero aísla la esencia de la uva y sus referencias terrosas y frutales y la reconstruye en su forma original aportándole texturas nuevas. Explota su frágil membrana esparciendo en forma líquida su contenido.

Plato 2: Crema tibia de calabaza, helado de melón, aire de jamón y chipirón a la parrilla. La descripción ya se ha desgranado más arriba. Solo resta hacer la apreciación acertada que del plato destaca en su entrada María José Gimeno: el juego con distintas temperaturas siempre tan difícil y arriesgado.

Plato 3: Huevos rotos. Se trata del plato estrella de la casa. Presente desde siempre en el menú, la aceptación popular le impide salir del mismo. Se trata de un huevo ligeramente escalfado sobre una potente crema de cebolla, hongos, virutas crujientes de jamón y ceniza de patata (ennegrecida con lo que creo que es tinta de calamar) en forma de mágicas chips. Las referencias en boca están claras. Después del largo viaje por las manos de Baldrich, se ha potenciado el sabor a huevos rotos de casino de pueblo. Se recomienda no andarse con chiquitas y untar pan como en el mesón.

Plato 4: Merluza con albahaca, brotes de espárrago y hojas construidas con alfalfa. Destacable el famoso punto del pescado, aspecto muy comentado con justicia. El polvo aromático que lo cubre se presenta sutil y los brotes cuanto menos sorprendentes. Las hojas son una virguería. El otoño se presenta ante nosotros con toda la fuerza de la decadencia. Aquí el concepto nos envuelve por completo. Quizá se trate de la propuesta donde lo visual se apodera del resto de apreciaciones. Ningún sabor se apodera, todos se compensan acentuando el placer de comer un excelente pescado.

Plato 5: Filetes de pollo, con salsa de pollo, pate de pollo con semillas de sésamo tostado y caviar de cítricos. Aunque lo logre a base de flor, el colorido a base de ocres vuelve a incidir en la estación otoñal. Nos dirige la mirada hacia la base de la vida, hacia el elemento primigenio, la tierra. El barro que nos generó como seres humanos aparece tan elemental como los ingredientes humildes. Pollo y semillas conforman un conjunto que nos transmite sencillez y mundo hogareño, una vuelta al calor de la casa. La pirueta la aporta su combinación con las estrambóticas esferas rojas ácidas de cítricos que asoman el mundo virtual y posmoderno al que hemos llegado después de un largo viaje. La distancia entre los dos mundos parecen largas, pero combinados en la boca se nos presenta en su dimensión real. No estamos tan lejos del origen. Esto es sólo el principio.

Postre: Coulant de chocolate infusionado con regaliz de palo, helado de canela, aro de caramelo con corteza amarga de naranja y bola cremosa de regaliz de palo, migas de frutos secos y hojas de menta. Aquí pudimos disfrutar de un lujo. Después de mucho tiempo, esfuerzos e intentos, David consiguió levantar la masa que le traía loco. El juego con el horno y el tiempo de reposo logró el milagro. Quizá demasiados complementos para acompañar al coulant. Podrían distraer el efecto buscado, pero al golpear la dura costra del bizcocho y ver derramarse la crema interior a modo de lava tras una explosión uno se olvida hasta de sí mismo. El abandono del mundo real es completo hasta la última cucharada. Me vi de niño. Estaba en la orilla de un río con otros chavales. Con una navaja de mango roto me ayudaba a cortar las raíces del regaliz. La caída del sol se iniciaba y, sentado en una piedra mirando el agua terrosa, raía los palos de regaliz hasta sacarles su último delicioso amargor. No sé si la escena ocurrió de verdad en su momento, pero tengo claro que fue lo más real que viví aquel martes gris de finales de noviembre. Gracias David, todo eso no se paga con treinta euros más bebida, no se paga…

viernes, 2 de diciembre de 2011

Escuela de Hostelería de Miralbueno: razones para el optimismo

Con un recibimiento así la declaración de intenciones quedó clara
Plato 1 (descripción más abajo) 
La España de los últimos años ha concentrado su crecimiento erróneamente en sectores como la construcción, el desarrollo de entidades financieras y otras actividades en las que se ha mostrado poco competitiva. Por el contrario hay dos campos en los que casi de manera natural los españoles son verdaderos campeones mundiales: las energías renovables (fruto de la abundancia de sol, viento y escasez de petróleo) y el mundo de la hostelería (gracias a nuestro clima y la afición a la buena vida). De esta última nos vamos a encargar en la reflexión de hoy, en especial del apartado gastronómico. Si hay unos compatriotas triunfando por el mundo y llevando el nombre de nuestro país hasta el último rincón del planeta son los cocineros. Sobran los nombres por todos conocidos porque serían muchos los olvidados.
Plato 2 (descripción más abajo)
La combinación de la tradicional dieta mediterránea con las técnicas de vanguardia más punteras ha dado a luz a una generación de profesionales que son la envidia de su gremio. Desde la revolución culinaria que supuso la Nouel Cuissine francesa encabezada por Paul Bocusse el panorama internacional ha estado más bien aletargado con la honrosa excepción de los casos japonés y español. Las grandes constructoras nacionales y los bancos que las financiaron se han mostrado incompetentes tanto a la hora de competir en el mundo como a la de desarrollar la economía nacional. De hecho han sido las causantes de una burbuja que les ha explotado en las manos. Pero lo peor no son los números rojos cuantificables que hoy pagamos los sufridos currantes, sino el panorama profesional que han dejado en el país. La catástrofe en el capital financiero la conocemos todos, pero la del capital humano no se ha valorado lo suficiente. Estos sectores rapiñeros han dejado un país repleto de albañiles, electricistas, carpinteros, empleados de banca, economistas…llenando las colas del paro y reciclándose para el mundo laboral. Los médicos e ingenieros se nos marchan al mismo ritmo que los investigadores de mayor nivel en busca del dorado y de oportunidades reales de desarrollar sus proyectos. ¿Qué nos queda?

Plato 5 (descripción más abajo)

Unamuno creía que lo característico de este país era el pensamiento. Con su “que inventen ellos. Nosotros seremos la reserva espiritual de Europa”, Don Miguel mostraba una visión demasiado optimista del español. Humildemente pienso que lo único que sabemos hacer bien por aquí es vivir bien. Somos tan duchos en la materia que nos sobra género para enseñar a todo la humanidad. Una reconversión se hace necesaria en España. Reorientar la economía hacia los sectores en los que somos líderes es una necesidad. Hoy se trata de superar la crisis económica a través de medidas nada adaptadas a nuestra realidad. Recortes presupuestarios, subvenciones a entidades financieras que no financian, limitaciones al déficit público, desmantelamiento del Estado de Bienestar…son las recetas importadas que no producen efecto en sus países de origen y menos aun lo harán en el nuestro. Una medida que a buen seguro ayudaría a la economía nacional y al conjunto de los españoles sería la sistematización de la formación y profesionalización del sector hostelero nacional. Sustituir la buena calidad de nuestro sector por la excelencia, evitar el intrusismo impensable en otra profesión y sobre todo aumentar la valoración y el reconocimiento social del profesional de la hostelería son labores que deberíamos afrontar. De hecho pienso que el camino se ha iniciado con las ideas claras.
Postres (descripción más abajo)
El hecho es que acabo de vivir dos experiencias personales que inundan mi espíritu de optimismo. Es mucho decir para los tiempos que corren. Además coincidieron en un mismo día, un martes de finales de noviembre grisáceo y aparentemente insulso, y versaron ambas sobre temas gastronómicos relacionados con nuestra ciudad. Tal enjundia les adjudico que he decidido separarlas en dos entradas distintas aunque la conclusión sea la misma: no lo tenemos todo perdido. Dejaré para otra ocasión una de ellas, la visita tantas veces retrasada a La Senda de David Baldrich. El aplazamiento no responde a ninguna razón objetiva, sino al hecho de que hoy por hoy todavía me siento incapaz de analizar lo que ocurrió aquella noche en el local de Torrero. La única conclusión que soy capaz de expresar a día de hoy es la de sentirme privilegiado y optimista. Privilegiado porque pocas veces en la vida puede una persona sentir en sus propias carnes un derroche de vitalidad como el que despliega el cocinero. Optimista al comprobar que la lucha por lo que se ama tiene recompensa, y que muchas veces ésta no llega en forma de billetes sino de reconocimiento. Tal intensidad alcanza la experiencia que el éxtasis de Santa Teresa se divisa como un soporífero bostezo desde las alturas. Pero eso será para otro día, cuando las ideas se ordenen en la cabeza y sea realmente consciente de lo que ahí se guisó. Dejando la punta más alta del iceberg para otro momento pasemos a centrarnos en la base, en lo que será el futuro de nuestros fogones.
Plato 4 (descripción más abajo)
La señal tan alagüeña la pude disfrutar en una comida en la Escuela de Hostelería de Miralbueno. Aquellos estudiantes tienen claro lo que se juegan. Luchan por la calidad de su trabajo, elevan la dignidad de su profesión en todo momento y demuestran que la falta de preparación o de interés son los principales enemigos en este negocio. Hay que concienciarse de que se trata de un comedor regentado por personal en formación, y que a veces más valorable que el resultado es el intento y la experimentación. Ya les llegará el momento de la competencia y la supervivencia. Una parte de ellos alcanzará por capacidad o entrega las mejores cocinas y salas, pero el resto mantendrá la dignidad de su trabajo gracias a las enseñanzas que están recibiendo. Demostrarán al empresario inteligente que un profesional resulta siempre más rentable que un desmotivado e inútil intruso. Además la alegría que me invade con estos chavales crece al saber que no son un oasis en un desierto. En Teruel (Escuela Superior de Hostelería de Aragón, http://www.esha-teruel.com/), Huesca (Escuela de Hostelería y Turismo de Huesca,  http://www.escuelahosteleria.org/) y Borja ( http://iesborja.educa.aragon.es/index.php?option=com_content&view=article&id=172&Itemid=71) se desarrolla un ingente trabajo a la altura de Miralbueno. Pero por afecto personal y trayectoria mi preferencia es y será siempre la Escuela del TOPI (http://www.fundacionpicarral.org/rdr.php?cat=61) porque a su labor formativa excelente suman desde el espíritu de la Fundación El Picarral (http://www.fundacionpicarral.org/rdr.php?p=1) una vocación social imprescindible en nuestros días.  
Plato 3 (descripción más abajo)
Dejémonos por hoy de reflexiones profundas para que sea el trabajo de estos chavales el que brille aquí. Poco hay que añadir al elenco de elaboraciones que atacamos sin piedad, vea el lector el resultado de un trabajo bien hecho:
(Se advierte que las apreciaciones son totalmente subjetivas y que he tratado de destacar los puntos positivos y negativos de cada plato)


·         Troncos de pepino rellenos de ahumados con salsa suave de queso, caviar de cítricos y sésamo tostado. Muy acertado para abrir boca, pero debería reducirse la cantidad. Las texturas de las perlitas de caviar están muy logradas. El colorido añade frescor a un plato que mejoraría al disminuir la cantidad de pepino. La mayor parte quedó en los platos, aunque los comentarios fueron bastante elogiosos.


·         Interpretación novedosa  del tradicional Pulpo a Feria. El pimentón integrado en forma de pasta y all i oli de acompañamiento. Buen intento, pero en este caso no se acerca al original.



·         Los hongos, la trufa, la crema y el huevo incorporan varias texturas distintas y juguetonas. El cebollino y la Hierbabuena ponían el frescor en el aroma pero quizá desvíen la atención demasiado de la que debiera ser la protagonista, la trufa. De todos modos los comensales concluyeron que fue lo mejor de la comida, y el pueblo manda. El tándem huevo y trufa no falla nunca.


·         Medallones de rape con salsa de mostaza con escalonias y pimientos asados bajo crujiente de lomo curado. Combinación muy acertada de sabores puros. En el contraste se crecen. El punto negativo estuvo en el punto del rape. El miedo a dejar crudo un pescado es el culpable de que muchas veces quede con apariencia gomosa y se pierda su jugosidad.


·         Costilla de cerdo asada bajo lámina de piña caramelizada con guarnición de judías verdes. Demasiada contundencia para ser un quinto plato. Interesante la combinación del cerdo con la piña, pero sin premio a la originalidad. Reducir cantidad y dulzor mejoraría la idea. Pero lo cierto es que fue poca la carne que volvió a la cocina.


·         Sinfonía de postres variados. Combinaciones imposibles y alguna incluso acertada. Demasiado eclecticismo en este caso. Por destacar algo, la acidez de la frambuesa se respeto escrupulosamente para beneficio del respetable, que valoró el detalle.